miércoles, 6 de junio de 2007

CUANDO AMAS TU PROFESION

El trabajo más hermoso y que brinda más satisfacciones, es aquel en el cual nos relacionamos con el ser humano directamente. Por eso considero que ser maestro es una gran elección. Todos los días encuentras nuevos argumentos para seguir adelante. Cada vez que hablas con un estudiante a cerca de sus ilusiones o metas, te das cuenta que tan importante es tu misión como orientador en un proceso de coformación de un ser que hasta ahora empieza su recorrido por los áridos pero a la vez bellos camios de la vida.
Cuando la vida te da opotunidad de iniciar procesos de acercamiento con aquellos estudiantes que son llamados "indisciplinados", "malos", "insoportables", inicias un camino de conocimiento de ese chico rotulado por una gran mayoría de personas: los padres, la familia, la sociedad, el maestro, como un "elemento" nocivo para la sociedad. Pero nunca pensamos en que forma, su historia de vida se refleja en su actuar, en que forma nuestra obscura forma de discriminar lo afecta, no pensamos ni por un momento como estamos marcando para toda una vida a ese pequeño ser humano con unas palabras duras, hirientes, humillantes, que lo único que logran es hacer perder autoestima en el estudiante.
Este espacio está disponible para que cada uno de nosotros escribamos las experiencias que hemos tenido al respecto. Cómo de alguna manera hemos actuado correcta o incorrectamente. No se trata de hacer un juicio de nuestros actos, se trata de socializar situaciones y el manejo dado, para que no se repitan si han sido negativos los resultados y se puedan multiplicar si hemos tenido exito.
Esto es para todos.
YO PUEDO HACER LA DIFERENCIA


Su nombre era , que importa su nombre, era la profesora. Mientras estuvo al frente de su clase de 5 grado, el primer día de clase lo iniciaba diciendo a los niños una mentira. Como la mayor parte de los profesores, ella miraba a sus alumnos y les decía que a todos los quería por igual. Pero eso no era posible, porque ahí en la primera fila, desparramado sobre su asiento, estaba un niño llamado Miguel Padilla. La profesora había observado a Miguel desde el año anterior y había notado que el no jugaba muy bien con otros niños, su ropa estaba muy descuidada y constantemente necesitaba darse un buen baño. Miguel comenzaba a ser un tanto desagradable. En la escuela donde la profesora enseñaba, le era requerido revisar el historial de cada niño, ella dejó el expediente de Miguel para el final. Cuando ella lo revisó, se llevó una gran sorpresa. La profesora de primer grado escribió: “Miguel es un niño muy brillante con una sonrisa sin igual. Hace su trabajo de una manera limpia y tiene muy buenos modales.... es un placer tenerlo cerca”. Su profesora de segundo grado escribió: “Miguel es un excelente estudiante, se lleva muy bien con sus compañeros, pero se nota preocupado porque su madre tiene una enfermedad incurable y el ambiente en su casa debe ser muy difícil”. La profesora de tercer grado escribió “ Su madre ha muerto, ha sido muy duro para el. El trata de hacer su mejor esfuerzo, pero su padre no muestra mucho interés y el ambiente en su casa le afectará pronto si no se toman ciertas medidas “ . Su profesora de cuarto grado escribió: “Miguel se encuentra atrasado con respecto a sus compañeros y no muestra mucho interés en la escuela, no tiene muchos amigos y en ocasiones duerme en clase”. Ahora la profesora se había dado cuenta del problema y estaba apenada con ella misma. Ella comenzó a sentirse peor cuando sus alumnos le llevaron sus regalos de Navidad, envueltos en preciosos moños y papel brillante, excepto Miguel. Su regalo estaba muy mal envuelto con un papel amarillento que él había tomado de una bolsa de papel. Algunos niños comenzaron a reír cuando ella encontró un viejo brazalete y un frasco de perfume con solo un cuarto de su contenido. Ella detuvo las burlas de los niños al exclamar lo precioso que era el brazalete mientras se colocaba un poco de perfume en su muñeca. Miguel se quedó ese día al final de la clase el tiempo suficiente para decir: “Profesora, el día de hoy usted huele como solía oler mi mamá”. Desde ese día, ella dejó de enseñarles a los niños aritmética, a leer y a escribir. En lugar de eso, comenzó a educar a los niños. La profesora puso atención especial en Miguel. Conforme comenzó a trabajar con el, su cerebro comenzó a revivir. Mientras más lo apoyaba, él respondía más rápido. Para el final del ciclo escolar, Miguel se había convertido en uno de los niños mas aplicados de la clase. Un año después, ella encontró una nota debajo de su puerta, era de Miguel, diciéndole que ella había sido la mejor maestra que había tenido en toda su vida. Catorce años después recibió otra nota. En esta ocasión le explicaba que después de que concluyó su carrera, decidió viajar un poco. La carta le explicaba que ella seguía siendo la mejor maestra que había tenido y su favorita, pero ahora su nombre se había alargado un poco, la carta estaba firmada por el Dr. MIGUEL ANGEL PADILLA. La historia no termina aquí, existe una carta más que leer, Miguel ahora decía que había conocido a una chica con la cual iba a casarse. Explicaba que su padre había muerto hacía un par de años y le preguntaba a la profesora si le gustaría ocupar en su boda el lugar que usualmente es reservado para la madre del novio, por supuesto la profesora aceptó. Ella llegó usando el viejo brazalete y se aseguró de usar el perfume que Miguel recordaba que usó su madre la última Navidad que pasaron juntos. Se dieron un gran abrazo y el Dr. Padilla le susurró al oído. “Gracias profesora por creer en mi”. Ella respondió “Muchas gracias por hacerme sentir importante y mostrarme que yo puedo hacer la hacer la diferencia. No sabía cómo educar hasta que te conocí”.

2 comentarios:

Nidia dijo...

La cotidianidad escolar! buen titulo... todoos los docentes y todas la personas vivimos lo cotidiano.... cuál es la riqueza en neustra profesión? que tenemos un sin numero de seres humanos, que se levantan pensando en nostros, que desean llegar al aula, porque esperan encontrarnos... esperan encontrar lo que aquel estudiante de la historia habia perdido... AFECTO, esa es la clave y es lo que a mi juicio puede convertir cada uno de nuestros dias, en la posiblidad para mantener enamorados de esta bella profesión SER MAESTROS.

Omaira J dijo...

Este artículo es muy enriquecedor desde el punto de vista humano y profesional como docente, así como Miguel, la mayoría de los niños con los que trabajamos tienen una historia escondida que no les permite desempeñar bien su rol de estudiantes y aún así los juzgamos....
Cuando vamos más allá de la simple clase y hacemos acercamiento con los niños es mucho lo que aprendemos de ellos ya que nos hacen reflexionar sobre la labor que ejecutamos diariamente.